viernes, 31 de marzo de 2017

PLANETA PROHIBIDO

Planeta prohibido es una película de ciencia-ficción estadounidense de 1956 dirigida por Fred M. Wilcox y protagonizada por Walter Pidgeon, Anne Francis y Leslie Nielsen.

Director: Fred M. Wilcox
Adaptación de: La tempestad (William Shakespeare)
Guión: Cyril Hume, Irving Block, Allen Adler
Música compuesta por: Bebe Barron, Louis Barron

Sinopsis
En el siglo XXIII la cosmonave de los Planetas Unidos C-57-D , tras doce meses de viaje, llega al sistema solar Altair situado a dieciséis años luz de la Tierra. Su destino es el planeta Altair IV, y tienen la misión de averiguar qué les ocurrió a un grupo de científicos, enviados allí veinte años atrás.
Al aterrizar se encuentran con el Dr. Eduard Morbius y su hija Altaira —el único personaje femenino—, acompañados por Robby, un simpático robot...
Opinión personal 
    Antes de nada quiero recordar que la película fue rodada en 1956 —eso son más de seis décadas—, por eso hacen falta unos minutos para acostumbrarse a unos arcaicos efectos especiales, una forma de hablar un tanto rimbombante, a la música psicodélica y a los clichés de la época. Sin embargo, una vez que se supera el primer impacto y siendo un poco flexible, se comienza a disfrutar de una buena historia de Ciencia-Ficción con un argumento excelente. Me llamó la atención un detalle que surge en los primeros minutos del metraje, y es que los tripulantes de la nave se colocan debajo de unas cabinas supresoras de inercia cuando van a reducir la velocidad, algo que pocos filmes tienen en cuenta —ya que una deceleración demasiado rápida destrozaría a los ocupantes—.
    No quiero hablar más sobre la trama para no desvelar detalles, ya que considero que es importante que el espectador la vaya descubriendo conforme avanza la película.
Altaira y Robby en una escena de la película.
Quiero destacar la presencia de Robby, un carismático robot que ha logrado conquistar mi corazón. 


   En el lado negativo está el cocinero, que no entiendo por qué se pasea por un planeta desconocido con el gorrito y el mandil. Además, cada vez que intervine es para decir alguna estupidez, entiendo que está para darle un toque de humor a la historia, pero a mí se hace muy cargante.
  También rasca mucho la inevitable historia de amor entre Altaira, la hija del Dr. Morbius, y, cómo no, el comandante de la expedición (Leslie Nielsen, sí ese, el de las películas cómicas). Aunque mirándola con cariño consigue arrancarte alguna sonrisa. Él es un adusto militar y ella, una inocente rubia con cara de nada y minifaldas imposibles que jamás había visto a un hombre joven y ahora se encuentra con dieciocho maromos de golpe. La bella zagala pasea entre la tripulación luciendo modelitos sin entender por qué la miran así. Ellos, al verla, saltan como macacos en celo debido a que llevan un año de celibato forzoso. Destaca el comportamiento ruin y rastrero que el teniente tiene con ella —un auténtico buitre, vamos—. 
   En definitiva, es una película que considero que todo aficionado a a la Ciencia-Ficción debe ver, por lo menos, una vez en su vida. Entre otras cosas porque descubrirá que ha inspirado a muchas otras que la siguieron.


Luis Ángel Fdez. de Betoño     
   
  
    

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